Una web tiene que estar viva. Quedarse obsoleto en el mundo online, no vale. Lo prohíben las reglas del juego.
Toda estrategia digital que se precie debe contener un apartado de mantenimiento web que persiga una experiencia de usuario impecable y una presencia online sólida.
Una web tiene que supurar por los cuatro costados dinamismo y vitalidad. Y no, no vale con actualizar tu blog una vez al mes…
El mantenimiento web es una parte esencial de la gestión de cualquier página, pero nos tememos (de hecho, lo tenemos comprobado) que es un aspecto que se suele subestimar.
¿Qué te parecería si en la panadería de tu barrio no se dignaran a pasar el plumero o la mopa a diario? Seguramente, te generaría sensación de abandono. Y eso se traduciría en falta de confianza. Exactamente lo mismo que pasa cuando alguien llega a una web en la que hace tiempo que no se “limpia el polvo”.
Un site relevante, seguro y funcional, necesita de atención constante para seguir siéndolo.
Un sitio web bien mantenido carga veloz cual zapatilla de madre mosqueada, muestra contenido actualizado, garantiza la seguridad del usuario y funciona sin problemas en todos los dispositivos y navegadores. Cada elemento, desde las imágenes hasta los enlaces y el diseño, debe funcionar en armonía para crear una experiencia agradable y sin frustraciones para el usuario. La negligencia en estas áreas puede llevar a una percepción negativa de tu marca y, en última instancia, a la pérdida de visitantes y clientes potenciales… Menudo desastre, ¿no crees?
Así las cosas, estarás con nosotros en que el mantenimiento web no es simplemente una tarea de backend. Es clave para la experiencia de usuario, la imagen marca y, por lo tanto, para la conversión (el santo grial).
Por otra parte, además de ser todo un must para el ranking de Google, un mantenimiento web adecuado y constante, mantiene a tu audiencia comprometida y con ganas de volver a por más… ¿Qué precio le pondrías a eso?
No se trata solo de barrer la entrada. El mantenimiento web va mucho más allá de mantener actualizados los CMS o plugins. Abarca una constante actualización y revitalización. Un sitio web no puede permitirse el lujo de ser estático. Como te decíamos al principio, debe ser un ente vivo, que respire y crezca siguiendo la estela de las tendencias tecnológicas, siempre con las necesidades de su audiencia como guía.
Una web fresca y actualizada cumple con los principales estándares de todos los motores de búsqueda (no solo de Google vive el hombre), que valoran el contenido relevante y actual, recompensando a los sitios web que se esfuerzan por ofrecer información precisa y de calidad. Un sitio web con contenido anticuado o irrelevante corre el riesgo de perder visibilidad… ¿Quién quiere leer el periódico de la semana pasada?
Pero la importancia del mantenimiento web constante va más allá del SEO. Se trata de construir y mantener una relación de confianza con tu audiencia. Los usuarios regresan a sitios que ofrecen información de valor, consejos útiles, y soluciones actualizadas a sus problemas o necesidades. Al ofrecerles todo esto, estás demostrando compromiso y respeto hacia tu audiencia, fortaleciendo así tu credibilidad y la autoridad en tu campo.
Y, ¡ojo! Que cada nueva publicación, cada cambio en el diseño, cada actualización de la información, cada pequeña mejora… supone una oportunidad para reafirmar tu identidad de marca y reforzar tu mensaje ante tu público.
Vamos, que al hablar de mantenimiento web no nos referimos a una la simple actualización técnica. Hablamos de dinamismo, de mantener tu web útil y relevante, tanto para Google y compañía, como para todos aquellos que te leen. Un sitio web actualizado es un reflejo de una marca que se preocupa, que entiende y que evoluciona con su público.
Y ahora, sí… ¡Nos metemos en harina!
Vamos con nuestra checklist de mantenimiento web. Sigue las miguitas de pan para conseguir una web de calidad que brille con luz propia (hoy y siempre, claro):
¿Checklist completada? ¡Mantenimiento web on fire!
Pero ya sabes…No la guardes en un cajón. Frecuencia, my friend, frecuencia.
O también puedes dejarlo en nuestras manos, que a “frecuencia” no nos gana nadie (ni en todo lo demás. Ya está, ya te lo hemos dicho).