Hay algo que nunca falla: cuando una historia está bien contada… te atrapa.
Pasa en una película.
Pasa en una serie.
Y, sí, también pasa en una marca.
Pero, ojo, el Brand Storytelling no es un “cuento bonito” para emocionar.
Es una herramienta brutal para generar confianza, conectar con tus clientes (aunque sean empresas) y diferenciarte en un mercado donde todos parecen decir lo mismo.
¿Crees que esto del storytelling es solo para marcas B2C con anuncios emotivos y campañas virales?
Entonces tienes que leer esto con más atención.
Porque en el mundo B2B se compra con la cabeza… pero también hay personas detrás de la decisión de compra.
Y las personas responden a las historias, no a los discursos vacíos ni a las funcionalidades aburridas.
Tu empresa tiene una historia.
Tu cliente también.
El secreto está en saber contar las tuyas para que se crucen con las suyas en el momento perfecto.
El Brand Storytelling es el alma de una estrategia de marketing de contenidos que convierte.
Y si aún no lo estás aplicando, estás dejando escapar oportunidades a manos llenas.
Vamos a enseñarte cómo hacerlo dejando a un lado el modo cuentacuentos desubicado.
Hay quien todavía cree que el storytelling es solo para vender zapatillas, coches o perfumes.
Que en B2B no hace falta “contar cuentos”.
Que aquí lo que importa es el producto, el precio y la funcionalidad.
Error.
Hasta el buyer persona B2B más racional quiere conectar con algo más allá de la ficha técnica.
El Brand Storytelling en B2B funciona porque, al final del día, las decisiones las siguen tomando personas. Personas que valoran marcas con propósito, con personalidad, con una historia que contar.
Si lo aplicas bien en un entorno B2B vas a tener:
Además, el storytelling potencia cada pieza de tu estrategia de marketing de contenidos: una newsletter, tus contenidos en LinkedIn, casos de éxito...
Cada canal es una oportunidad para contar (bien) lo que haces, cómo lo haces y, sobre todo, por qué y para qué lo haces.
Una historia de marca potente no se construye con un par de frases bonitas ni con un vídeo épico lleno de drone shots.
Se construye con estructura, con propósito y con foco en el cliente.
Aquí van los ingredientes de la receta ganadora:
Tu marca es el mentor. El que guía.
El que ayuda a resolver un problema.
Pero la historia tiene que girar en torno al cliente: su situación, su conflicto, su transformación.
¿Cuál es el problema real que resuelves?
No hables solo de funcionalidades. Habla del “dolor” que tu cliente tenía antes de encontrarte… y cómo cambió después.
La coherencia es primordial. Si tu marca es cercana y directa, no puedes sonar como un documento legal.
Y no olvides que tu narrativa tiene que reflejar tus valores, pero también conectar con el lenguaje de tu audiencia.
La autenticidad no se improvisa. Se construye.
Vale, ya tienes claro qué contar.
Ahora vamos a ver dónde contarlo para que genere impacto (y no se quede en una declaración perdida en la web).
Si tu sección de “sobre nosotros” parece un CV… mal.
Convierte ese espacio en una historia de origen: cómo nació tu marca, qué motivaciones había, qué visión tenéis.
Haz que el lector diga: “esta empresa entiende mis problemas, ha recorrido un camino, sabe de qué habla”.
Cada artículo puede ser una historia.
En vez de soltar datos, contextualiza. Usa casos reales. Empieza con una situación reconocible.
Un artículo que empieza así:
"Tu equipo comercial se queja de que los leads no responden. Marketing dice que las campañas están funcionando…", engancha más que uno que empieza con una definición.
Aquí triunfan las historias personales.
Desde el CEO compartiendo aprendizajes, hasta un post sobre cómo ayudaste a un cliente en un momento complicado.
El contenido narrativo tiene más interacciones y más conversiones en el tiempo.
Una secuencia de emails puede contar una historia. Debe contar una historia.
No mandes correos sueltos sin hilo conductor.
Crea una narrativa que avance. Que cree expectación. Que enganche.
Ah, y si automatizas… que no suene a robot, por favor.
¿Y si te dijéramos que tienes una historia muy potente entre manos y no lo sabes?
Solo necesitas encontrarla, estructurarla… y contarla bien.
Aquí va un paso a paso:
Antes de escribir, escucha.
Esa información es oro para construir una historia que conecte.
Tu historia necesita ritmo.
Para empezar, no hace falta que te líes. Usa el esquema clásico:
Hazlo real. Usa ejemplos. Y, si se da el caso, no tengas miedo de mostrar vulnerabilidad (con medida, claro…).
La historia puede ser la misma, pero no se cuenta igual en una landing que en un carrusel de LinkedIn o en una secuencia de emails.
Mismo corazón, distinto formato.
En esto del Brand Storytelling hay ciertos errores que vemos día sí, día también.
Y son los que hacen que la mayoría se caiga con todo el equipo.
Tienen una buena historia… pero la cuentan mal.
Venga, vamos a evitar eso:
Si solo hablas de ti, de tus logros y de lo maravillosos que sois, pierdes al lector en el primer párrafo.
Recuerda: el protagonista es el cliente.
Un buen storytelling no es improvisado.
Si cuentas “cosas” sin hilo conductor, parecerá una lista de anécdotas sin sentido.
No copies a Apple. No copies a tu competencia. No copies a nadie.
Tu historia tiene que sonar como tú.
Si eres directo, no escribas como si fueras un gurú.
Si eres técnico, no finjas ser emocional.
Sí, el storytelling también se mide.
¿Ese nuevo “Quiénes somos” mejora el tiempo en página?
¿Ese email con historia tiene más respuestas o más clics?
¿Ese post narrativo en LinkedIn genera más interacción?
Si no controlas todos estos datos, estás contando historias a ciegas. Y eso, no vale para nada.
Y ahora… ¿qué historia que vas a contar tú?
El Brand Storytelling es una forma de vender sin que parezca que vendes.
De conectar en vez de interrumpir.
De diferenciarte sin gritar.
Y no necesitas inventar nada.
Tu historia ya existe.
Solo tienes que aprender a contarla.
Y si necesitas ayuda para hacerlo… ya sabes dónde encontrarnos.