Las newsletters están de moda. Todo el mundo quiere tener una. Y muchas marcas se lanzan a crear la suya pensando que van a conseguir fidelizar audiencias, generar tráfico y convertir como nunca.
Pero se olvidan de algo básico: la mayoría de newsletters fracasan.
¿Por qué?
Porque se hacen sin estrategia, sin alma… y sin pensar en la persona que va a recibir ese correo.
Una newsletter no es un boletín. Es un pilar importante dentro del marketing de contenidos. Y si no le das el mimo, la intención y el foco que merece, terminará donde acaban los sueños rotos del email marketing: en la carpeta de spam o en el botón de “darse de baja”.
Hoy vamos a hablar claro:
Por qué fallan las newsletters, cómo hacer una que funcione de verdad, qué errores no deberías volver a cometer, y qué necesitas para que las tuyas no se conviertan en un pasivo silencioso.
No es que a la gente no le gusten las newsletters. Lo que no les gusta es recibir emails genéricos, aburridos, mal escritos o irrelevantes.
Estos son los tres grandes motivos por los que tus suscriptores podrían estar dándote la espalda:
Si abro tu correo y lo primero que leo es una promo forzada o un bloque de texto plano que no me dice nada, no lo volveré a abrir.
Las newsletters deben responder a una pregunta muy clara: ¿Qué gana el lector con esto?
“Hola, tenemos novedades para ti”.
“Descubre nuestro último artículo”.
“Promoción exclusiva solo para ti”.
Frases que hemos leído mil veces y que nos suenan a ruido de fondo, ¿verdad?
Si no tienes una voz clara y reconocible, tu mensaje se disuelve entre el resto.
El equilibrio entre presencia y pesadez es delicado. Si envías emails a diario sin aportar nada nuevo, quemas a tu lista. Si escribes cada dos meses sin continuidad, pierdes el vínculo.
Si te paras a pensarlo se ve clarito como el agua. La mayoría de newsletters fracasan porque no tienen una estrategia ni están pensadas para el lector real. Están hechas para cumplir con el calendario, no para conectar.
Vamos a construir una newsletter irresistible, ¿te parece? Una que tu audiencia espere como quien espera la nueva temporada del último bombazo de Netflix.
Cositas que tienes que tener en cuenta:
PSICOLOGÍA DEL EMAIL MARKETING
El email no es una red social. Es un canal íntimo, directo y personal. Tu newsletter entra en un espacio privado del lector. Por eso, la conexión debe ser emocional, clara y de valor.
Claves psicológicas que funcionan:
COPYWRITING: LO QUE TE HACE (O TE ROMPE)
El 80 % del éxito de tu newsletter depende de esta línea. Sí, solo de una línea. Es lo primero (y muchas veces lo único) que se lee.
Así que, dos consejos clave por aquí:
Es la parte que aparece justo después del asunto. Y sí, cuenta más de lo que crees. Aprovecha para completar la idea del asunto o lanzar una micro-llamada a la acción. No la malgastes con una promo genérica. Deja el 2x1 del Carrefour para el Carrefour. Tú a lo tuyo.
Aquí empieza la experiencia real. Necesitas:
DISEÑO Y UX EN NEWSLETTERS
Una newsletter mal diseñada es un crimen.
Reglas básicas:
Tip extra: Piensa tu newsletter como en una landing en miniatura. Tiene que ser clara, atractiva y guiar al lector.
Una newsletter no debería ser un PDF disfrazado de email. Debería sentirse como un mensaje hecho a medida.
Y para conseguir eso hay dos cosas que tienes que trabajar muy bien:
Sí, poner “Hola, Fulanita” está bien. Pero personalizar de verdad es:
¿Sabes qué da mucha rabia?
Suscribirte a una newsletter y recibir un email genérico con un “¡Gracias por suscribirte!”. Frío. Impersonal. Inútil.
¿Qué deberías automatizar (bien)?:
He aquí el secreto: Automatiza para escalar, pero personaliza para conectar.
Aquí entramos en terreno técnico. Pero tranquilo, te lo explicamos sin que te explote la cabeza:
Tu newsletter puede ser maravillosa… pero si los servidores de correo no confían en ti, no la van a mostrar.
¿Qué necesitas configurar (sí o sí)?
Si no sabes cómo hacerlo, pídele a tu proveedor de hosting o a tu técnico que los active. Es imprescindible.
Evita este tipo de cosas si no quieres que tu correo acabe en el limbo digital:
Sí, tu dominio tiene reputación. Y si lo maltratas, Google te lo hará pagar.
Tip extra: Si puedes, envía desde un subdominio dedicado solo a email. Es más limpio y más fácil de gestionar.
Sí, lo sabemos, lo de tasa de apertura llama mucho la atención y es de lo que más se habla. Pero no basta con saber cuántos abrieron el correo. Tienes que entender qué pasó después.
Así que, hay unas cuantas métricas que no puedes pasar por alto:
Vale, ¿y qué puedes hacer con esos datos? Por ejemplo:
Recuerda, no se trata de enviar más. Se trata de enviar mejor.
Una newsletter puede ser tu canal estrella o un desfiladero al infierno. Y muchas veces, lo que hace que un suscriptor te bloquee o se dé de baja no es una gran metida de pata, sino una acumulación de pequeños errores que erosionan la confianza y el interés.
Vamos a repasarlos en profundidad y, sobre todo, a ver cómo evitarlos sin dramas:
Usar bases de datos compradas o importar contactos sin consentimiento es una bomba de relojería. No solo es ilegal en muchos países (hola, GDPR), sino que dispara las tasas de spam y arruina la reputación de tu dominio.
Hazlo bien:
Si cada una de tus newsletters huele a venta desde el primer párrafo, la gente huirá. Nadie se suscribió para recibir una lista de promociones. Se suscribieron porque esperaban contenido útil, ideas, inspiración o soluciones.
Hazlo bien:
El 70 % de tus lectores abrirán tu newsletter desde el móvil. Si el contenido no carga bien, se ve cortado o es ilegible, da igual lo bueno que sea tu copy: ese email está muerto antes de nacer.
Hazlo bien:
El clickbait está pasado de moda. Y lo está porque es contraproducente. Si prometes una bomba en el asunto y luego ofreces contenido flojo, el lector no volverá… Y encima, lo más seguro es que te marque como spam.
Hazlo bien:
¿Una newsletter cada dos días? ¿Una cada dos meses o cuando me acuerdo? Ambos extremos son un problema. La falta de consistencia rompe el hábito de lectura y hace que pierdas relevancia en la bandeja de entrada.
Hazlo bien:
Enviar lo mismo a todos es fácil. Demasiado fácil. Tan fácil que te hace irrelevante. Si no segmentas por intereses, comportamiento o etapa del funnel, tus mensajes caerán en saco roto.
Hazlo bien:
Si envías newsletter tras newsletter sin mirar los datos, estás volando a ciegas. Y lo peor es que podrías estar repitiendo cualquiera de los errores anteriores semana tras semana sin saberlo.
Hazlo bien:
Una buena newsletter puede convertirse en el corazón de tu relación con la audiencia. Pero si caes en estos errores y no pones solución al tema, lo único que estarás alimentando es el botón de “darse de baja”.
Recuerda: la bandeja de entrada no es un campo de batalla, es una oportunidad. Y cada error que evitas te acerca a convertir tu newsletter en un canal potente, fiable y rentable.
Así que, no te lo pienses, revisa la tuya con lupa y dale la vuelta.
Una buena newsletter no es abrir, leer y borrar. Es conectar, educar, emocionar y acompañar al lector.
Y si lo haces bien, cada envío se convierte en una cita que tu audiencia espera, disfruta y comparte.
Ahora dinos…
¿Vas a seguir mandando newsletters para cumplir con el calendario?
¿O vas a construir una newsletter que deje huella, mueva a la acción y te acerque más que nunca a tu audiencia?
Hazlo bien. Hazlo con intención.
Hazlo con estrategia.
Y hazlo con nosotros si necesitas ayuda.